
"Entre sueldos altos y costos impagables: la realidad en Vaca Muerta"
"Mientras el país apuesta a Vaca Muerta, sus trabajadores enfrentan inflación, estrés y un futuro cada vez más incierto."
Mientras algunos medios nacionales llegaron a Neuquén para mostrar los "grandes sueldos" del sector petrolero, la realidad cotidiana de los trabajadores en Vaca Muerta dista mucho de esa postal idealizada. Mantenerse viviendo en Añelo o en la ciudad de Neuquén se ha vuelto extremadamente costoso en comparación con Buenos Aires, y muchos petroleros enfrentan una ecuación difícil: el alquiler puede absorber hasta un 40% de su salario, mientras que la alimentación se lleva otro 40%, sin contar otros gastos básicos como vestimenta, educación y transporte.
La vida en Vaca Muerta no es para cualquiera. A pesar de que el salario promedio puede ser más alto que en otras actividades del país, el desarraigo familiar y el alto nivel de estrés diario hacen que el trabajo petrolero sea mucho más que "un buen sueldo". Comparado con otros empleos donde uno puede volver a casa cada día, aquí se suman jornadas extensas, sistemas de diagrama, presión operativa y un desgaste emocional creciente.
Además, los requisitos para ingresar o mantenerse en la industria son cada vez más exigentes: incluso estar fuera de los parámetros de peso puede significar quedar descartado por empresas como YPF, donde se prioriza un perfil físico más que la experiencia de los trabajadores. Poco a poco, la sabiduría que se adquiría con los años parece perder terreno frente a nuevas políticas de recursos humanos que no siempre valoran el conocimiento de campo.
La multiplicación de tareas —muchas veces fuera del convenio colectivo de trabajo— también genera tensiones. Aquellos que desconocen el convenio o que no viven en Neuquén, aceptan condiciones que terminan deteriorando el trabajo de todos. Mientras tanto, los trabajadores locales, que enfrentan el alto costo de vida neuquino, tienen cada vez menos margen para sostenerse sin endeudarse.
Es cierto que la industria ha avanzado en tecnología: las torres caminan y se perforan varios pozos en una misma locación, optimizando tiempos y costos. Pero también es cierto que, en muchos aspectos, se sigue trabajando como hace décadas, con pala y carretilla en algunos sectores. La modernización no llega para todos por igual.
La devaluación y la inflación han golpeado fuerte. Aunque los sueldos venían mejorando en los últimos años, hoy la pérdida de poder adquisitivo es notoria, y muchos sienten que el gobierno nacional no entiende —o no quiere entender— que Vaca Muerta no es solo una vaca a la que se le puede ordeñar leche sin cuidar a quienes la hacen posible.
Hoy, muchos petroleros llegan a sus casas sin saber qué va a pasar con su futuro laboral. La incertidumbre, el temor a nuevos recortes, y la falta de medidas claras para sostener la actividad agravan un momento delicado, donde más que nunca se necesita respeto y soluciones para quienes, día a día, sostienen uno de los pilares más importantes de la economía argentina.
Fuente: vmo